Durante muchos años me negué a leer/escuchar/investigar sobre la expectativa de vida del cáncer de ovario. Como sabía que eso me llenaría de miedo y preocupación, de manera contraria a mis metas, decidí apartarme de esa información. Decidí que con la ayuda de Dios siempre puedo ser la excepción.
Ahora, al paso de los años y ante la aparición de síntomas en mi cuerpo no solo derivados de las quimioterapias, sino a también a consecuencia de las mismas, he aprendido a escuchar a mi cuerpo, pero también a entender y procesar toda esa información que durante tanto tiempo me negué a leer.
Y no es que me esté quejando de las quimios, la verdad no, porque sé que me han ayudado bastante durante todo este tiempo, y que gracias a ellas, a las cirugías, a las radios, al cuidado de mis doctores y al amor y apoyo incondicional de familia y amigos, he logrado sobrepasar cualquier expectativa sobre mi padecimiento. No puedo negar que la vida y el universo han sido muy benevolentes conmigo y he gozado de pasar por muchas quimios sin tener grandes efectos colaterales. Tampoco puedo negar que ha habido quimios que me han golpeado duro, que me han causado dolor y malestares, y las que me han mandado de regreso al hospital por los bajos niveles en sangre, pero en general siempre con buena cara, siempre optimista, siempre con la esperanza y la decisión de salir adelante.
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